- La banca y las fintechs adoptan modelos llave en mano para integrar pagos y wallets cripto
- De Europa a Estados Unidos, grandes instituciones se apoyan en proveedores de CaaS para acelerar su oferta de activos digitales; en LatAm, el potencial está en e-commerce, gaming y, sobre todo, en las remesas
La infraestructura cripto está dejando de ser una apuesta de nicho para convertirse en un servicio estratégico dentro del ecosistema financiero global. Lo que hace apenas unos años parecía exclusivo de exchanges y startups ahora se ofrece como producto llave en mano para bancos, fintechs, e-commerce y hasta plataformas de gaming.
Bajo el nombre de Crypto-as-a-Service (CaaS), un modelo que permite a cualquier empresa integrar pagos, wallets, trading o conversión cripto-fiat a través de APIs, el sector comienza a estructurarse en mercados maduros y a despertar un interés particular en América Latina.
La lógica de adopción
Crypto-as-a-Service funciona como un middleware que abstrae la complejidad técnica y regulatoria del mundo cripto. En lugar de que una fintech deba construir infraestructura blockchain, diseñar sistemas de custodia, integrar pasarelas de pago globales y cumplir por su cuenta con normas KYC/AML, puede apoyarse en un proveedor que ofrece todo esto como servicio.
La diferencia con Banking-as-a-Service (BaaS) es significativa: mientras BaaS se apoya en la red bancaria tradicional y arrastra sus costos y tiempos de liquidación, CaaS opera directamente sobre blockchain, reduciendo comisiones, habilitando liquidez 24/7 y ofreciendo acceso a mercados desatendidos por la banca. La lógica recuerda a la nube en sus inicios: más que un producto final, CaaS es infraestructura que democratiza el acceso a capacidades que antes estaban reservadas a jugadores con capital y expertise técnico.
El impulso global
En Europa y Estados Unidos, los movimientos recientes confirman que el modelo ya no es experimental.
Por ejemplo, Kraken lanzó Kraken Embed, una plataforma que permite a neobancos y bancos tradicionales ofrecer trading de más de 370 activos digitales sin desarrollar infraestructura propia. El primer socio fue bunq, neobanco holandés que integró el servicio en semanas. En paralelo, PNC Bank, uno de los mayores de EE. UU., cerró una alianza con Coinbase para ofrecer servicios de cripto a sus 12 millones de clientes, combinando compliance y alcance bancario con la tecnología y liquidez del exchange.
Estos pasos se suman a iniciativas de instituciones globales: Standard Chartered lanzó trading spot de Bitcoin y Ethereum para clientes institucionales, y JPMorgan ya trabaja en deposit tokens y stablecoins. Lo que todos tienen en común es la convicción de que la demanda existe y que no participar equivale a perder clientes frente a fintechs más ágiles.
Latinoamérica: oportunidad y urgencia
América Latina es un terreno particularmente fértil para CaaS por dos razones. La primera es estructural: un sistema financiero fragmentado, con altos costos de intermediación y baja penetración bancaria. En países como México, más de la mitad de la población sigue sin acceso a servicios financieros formales, mientras que en Argentina o Venezuela la inflación y la volatilidad cambiaria empujan a buscar alternativas. La segunda es cultural: la región figura consistentemente entre las más altas del mundo en adopción de cripto, según Chainalysis, no como inversión especulativa, sino como herramienta de resguardo de valor o acceso a dólares digitales.
Este escenario hace que las aplicaciones de Crypto-as-a-Service sean inmediatas. El comercio electrónico puede expandir su base de clientes aceptando pagos en stablecoins en mercados donde las tarjetas tienen tasas prohibitivas.
El gaming encuentra un canal para habilitar micropagos en países con baja penetración bancaria. Las fintechs pueden añadir wallets cripto a su oferta sin tener que construir un exchange completo. Y, sobre todo, el mercado de remesas puede transformarse: con más de 150.000 millones de dólares enviados anualmente hacia la región, y costos que oscilan entre 5% y 7% por operación, la posibilidad de usar stablecoins a través de un proveedor de CaaS representa un cambio estructural.
Regulación y confianza: las barreras a vencer
El gran obstáculo en la región no es tecnológico sino regulatorio. Europa avanza con MiCA, Estados Unidos con el GENIUS Act para stablecoins, mientras que en América Latina el panorama es heterogéneo. Brasil lidera con un marco claro para proveedores de servicios de activos virtuales; México regula bajo la Ley Fintech, aunque con límites; Argentina opera en un vacío normativo; y países como Colombia apenas están en fase de pilotos regulatorios. Esta disparidad genera incertidumbre para instituciones tradicionales que requieren reglas claras para operar.
El otro freno es la confianza del usuario. Para muchos consumidores, la diferencia entre pagar con tarjeta o pagar con cripto no es evidente mientras no exista una conversión automática y transparente a moneda local. Aquí es donde CaaS juega un rol clave: si logra abstraer la complejidad y ofrecer experiencias sin fricción, la percepción de riesgo se reduce.
Perspectivas a cinco años en LatAm
Si el paralelismo con el cloud computing sirve como referencia, lo que hoy es una adopción inicial de pioneros podría convertirse en un estándar en menos de un lustro. Tres tendencias marcan el rumbo:
1. Consolidación de jugadores regionales. Así como Yellow Card construyó una infraestructura de on/off-ramps en África, es probable que surjan proveedores nativos de CaaS en América Latina, capaces de conectar múltiples monedas locales con stablecoins y ofrecer servicios de compliance adaptados a las regulaciones de cada país.
2. Verticalización de soluciones. Veremos CaaS especializado por industria: plataformas para e-commerce con checkout en stablecoins, soluciones de gaming con wallets integradas, APIs de remesas para fintechs y cooperativas de crédito, e incluso herramientas para bancos medianos que no pueden competir con desarrollos propios.
3. Convergencia con BaaS. La frontera entre CaaS y BaaS tenderá a difuminarse. Proveedores que hoy ofrecen cuentas bancarias digitales comenzarán a integrar wallets cripto como parte de su stack, y los bancos que ya trabajan con BaaS adoptarán capas de CaaS para no perder terreno. Es plausible que, en lugar de competir, ambos modelos se integren en soluciones híbridas.
4. Estándares regulatorios y alianzas público-privadas. Brasil ya mostró el camino con PIX, y algo similar podría ocurrir con las stablecoins si los bancos centrales ven en ellas una herramienta para abaratar pagos y remesas. Un escenario en el que CaaS opere bajo marcos claros y compatibles en varios países de la región aceleraría su adopción institucional.
5. Consolidación de stablecoins como moneda puente. Dado que Bitcoin sigue siendo percibido como demasiado volátil, las stablecoins serán el motor de CaaS en LatAm. USDC y USDT ya dominan, pero no es descartable la aparición de stablecoins locales reguladas que actúen como puente entre cripto y moneda nacional.
El futuro de Crypto-as-a-Service en América Latina dependerá tanto de la regulación como de la capacidad de los proveedores para ofrecer experiencias simples y confiables. La región tiene incentivos estructurales —altos costos financieros, inflación, dependencia de remesas— que hacen del modelo algo más que un experimento: una necesidad.
Si las proyecciones se cumplen, en cinco años veremos a bancos medianos, fintechs y comercios integrando Crypto-as-a-Service no como una ventaja competitiva, sino como una capa estándar de servicios financieros. Lo que hoy aparece como una innovación, pronto será infraestructura de base.