- El endeudamiento reduce el margen de maniobra económica de los gobiernos y eleva los costos financieros en la región, según un informe de la Federación Latinoamericana de Bancos
- La combinación de bajo crecimiento, deuda en aumento y mayor volatilidad complica el entorno para la banca y la inversión privada
- Los activos totales del sistema bancario regional alcanzaron los 4,92 billones a marzo de 2025
América Latina enfrenta una presión fiscal que comienza a sentirse en el sistema financiero. El más reciente Informe Económico Bancario Trimestral de la Federación Latinoamericana de Bancos (FELABAN) muestra un deterioro sostenido de las cuentas públicas entre 2023 y 2025: ingresos estancados, gasto inflexible y un incremento del endeudamiento que ya promedia el 70% del PIB regional.
El documento no plantea un escenario de crisis inminente, pero sí advierte sobre una reducción del margen fiscal, lo que limita la capacidad de los gobiernos para actuar ante nuevos choques económicos o sociales. La combinación de tasas internacionales altas, bajo crecimiento (0,9% en la última década) y demandas sociales permanentes mantiene la presión sobre los presupuestos nacionales.
“Las finanzas públicas estables contribuyen a la estabilidad macroeconómica y siembran los cimientos para un entorno financiero seguro”, señala el informe.
Más gasto financiero, menos espacio de reacción
El pago de intereses de deuda pasó del 1,7% del PIB en 2012 al 3,1% en 2023.
Este aumento refleja tanto el encarecimiento del crédito soberano como la mayor exposición de los países a tasas internacionales y al tipo de cambio. La CEPAL calcula que, mientras los gastos públicos equivalen al 21,9% del PIB, los ingresos se mantienen en torno al 18,7%, dejando un déficit estructural cercano al 3%.
FELABAN subraya que el desafío no se reduce al control del gasto, sino a mejorar la eficiencia del uso de los recursos públicos y fortalecer las instituciones fiscales. La meta es estabilizar las finanzas sin comprometer el crecimiento ni la inversión social.
Implicaciones para la banca y los mercados
El entorno fiscal afecta directamente la percepción de riesgo soberano y, por extensión, las condiciones de fondeo para la banca y las empresas. Entre 2022 y 2025, las primas de riesgo de seis países activos en el mercado internacional de deuda aumentaron en promedio 145 puntos básicos.
Este encarecimiento eleva los costos de refinanciación, presiona las tasas internas y puede frenar la dinámica del crédito. En ese sentido, la estabilidad fiscal se convierte en un componente clave de la estabilidad financiera, más que un fin en sí mismo.
Diferencias entre países y señales de resiliencia
Aunque la región muestra tendencias comunes, los casos nacionales son diversos.
Brasil enfrenta tensiones por la falta de un plan integral de gasto; Colombia prevé un déficit del 7,8% del PIB; Chile y Perú muestran una gestión más sólida gracias a menores presiones inflacionarias y niveles de reservas más altos. El informe destaca que varios países mantienen monedas más flexibles y una mejor posición exportadora, lo que mitiga riesgos sistémicos. La pobreza, además, ha caído casi 27 puntos desde 1980, lo que demuestra cierto progreso estructural a pesar de la fragilidad fiscal.
Un sistema bancario que resiste, aunque pierde tamaño
Pese al entorno fiscal y macroeconómico complejo, la banca latinoamericana mantiene una posición relativamente sólida.
De acuerdo con el informe de FELABAN, los activos totales del sistema bancario regional alcanzaron los 4,92 billones a marzo de 2025, cifra 5,4% menor que la de un año atrás, aunque 3,5% superior al trimestre anterior, lo que sugiere un leve repunte tras varios periodos de desaceleración.
El peso de Brasil sigue siendo dominante: concentra el 56% de los activos bancarios de América Latina, dos puntos más que en el trimestre anterior. Le siguen México (15%), Chile (8%) y Colombia (5%). En conjunto, estas cuatro economías representan más de cuatro quintas partes del sistema financiero regional, lo que reafirma la alta concentración de la actividad bancaria en pocos mercados.
Rentabilidad positiva, pero desigual
En cuanto a resultados, la utilidad neta acumulada del sistema bancario alcanzó 19.572 millones de dólares el primer trimestre de 2025, lo que implica un crecimiento interanual del 3,3%. Sin embargo, el comportamiento es dispar entre países: Perú (+52%), Ecuador (+40%) y Colombia (+34%) registraron los mayores crecimientos en moneda local, impulsados por la expansión del crédito y la moderación de la inflación.
En contraste, Costa Rica, Guatemala, Panamá y República Dominicana reportaron caídas en sus utilidades, afectadas por mayores costos de fondeo, devaluaciones y ajustes en los márgenes financieros.
Al igual que ocurre con los activos, la concentración de la rentabilidad es alta. Brasil, México y Chile aportan el 80% de las utilidades netas del sector, con participaciones del 50%, 22% y 8% respectivamente.
Eficiencia y resiliencia en un entorno volátil
Estos resultados reflejan la capacidad de adaptación del sistema bancario frente a un entorno de tasas elevadas, mayor regulación y presión por calidad de cartera.
Aunque el crecimiento de los activos se desacelera, la rentabilidad global se mantiene positiva, lo que muestra prudencia en la gestión de riesgo y en la administración de capital.
No obstante, FELABAN advierte que el desafío de fondo sigue siendo la sostenibilidad de la expansión bancaria en un contexto de menor dinamismo económico y vulnerabilidad fiscal. La fortaleza del sistema financiero no podrá sostenerse indefinidamente si la región no recupera un marco macroeconómico más estable.
Una tarea de largo plazo
FELABAN plantea que los ajustes fiscales en la región tardan en promedio 2,8 años en consolidarse.
Más allá del debate de opiniones, el reto consiste en asegurar la sostenibilidad de las cuentas públicas sin frenar la inversión productiva ni comprometer la estabilidad social.
En un contexto de incertidumbre global, la coordinación entre política fiscal, política monetaria y sistema financiero será determinante para mantener la confianza y evitar un nuevo ciclo de vulnerabilidad.