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El ecosistema cripto en México ya cuenta con 250 empresas que ofrecen servicios, y nuevos actores no financieros que integran pagos, remesas y activos virtuales
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Las empresas más ágiles entienden que el verdadero valor está en la infraestructura, no en la especulación
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El proyecto Ágora promueve marcos de gobernanza colaborativos para activos digitales y stablecoins, alineando esfuerzos del sector público y privado
Mientras los reflectores siguen en los altibajos de los mercados globales, hay una transformación del ecosistema cripto que ocurre lejos de Silicon Valley o Dubái.
En México, empresas no financieras comienzan a capitalizar la infraestructura blockchain para ganar terreno en un ecosistema en construcción.
La narrativa cripto ya no gira únicamente en torno a exchanges o startups financieras. Hoy, plataformas de comercio electrónico, redes sociales y hasta compañías de logística están diseñando su entrada al mundo cripto, con una estrategia clara: aprovechar el vacío bancario que aún afecta a millones de mexicanos.Así lo señala el informe “La Evolución de los Servicios Financieros Digitales en México 2025”, elaborado por Fintech México, que destaca la irrupción de empresas no financieras como protagonistas en la oferta de servicios cripto.
Ecosistema cripto en México
La disrupción no viene de donde se espera. Empresas no financieras—como marketplaces, apps de delivery y plataformas de entretenimiento— exploran casos de uso cripto que van más allá de la inversión especulativa. La clave está en integrar wallets, stablecoins y pagos digitales con blockchain para facilitar transacciones en sectores donde el efectivo sigue predominando.
Mercado Libre, por ejemplo, permite comprar y vender criptomonedas directamente desde su app en México. La plataforma argentina, que opera como un superapp regional, entendió que su base de usuarios busca soluciones accesibles, no sofisticación tecnológica. Al incluir funciones cripto sin obligar al usuario a salir de su entorno digital, reduce barreras de entrada y construye confianza.
Otros jugadores menores también ganan tracción. Rappi experimentó con soluciones de pago basadas en stablecoins para su red de repartidores en América Latina. Aunque aún no lanza una solución comercial en México, su capacidad de escalar productos digitales lo posiciona como un futuro actor clave. En paralelo, empresas de telecomunicaciones como Telcel estudian integrar soluciones blockchain para servicios prepagados, aprovechando su alcance en zonas desbancarizadas.
México avanza hacia una regulación funcional
La falta de regulación específica ya no paraliza al ecosistema. En lugar de esperar definiciones amplias, los actores más proactivos adoptan un enfoque progresivo, colaborando con autoridades como la CNBV, Banxico y la Unidad de Inteligencia Financiera. Aunque la Ley Fintech de 2018 no cubre los criptoactivos, sí establece lineamientos sobre operaciones digitales, prevención de lavado de dinero y custodia de activos.
En 2023, la CNBV publicó un sandbox regulatorio que permitió a startups probar productos cripto en un entorno supervisado. Ese espacio evolucionó y tomó forma como el proyecto Ágora, una iniciativa conjunta entre Banxico y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores que permite experimentar con modelos de negocio basados en activos digitales, stablecoins y soluciones DeFi bajo supervisión directa. Ágora no solo ofrece certeza jurídica, también abre un canal directo de diálogo entre innovadores y reguladores.
Este modelo impulsa la transparencia y da a las autoridades una comprensión más precisa de los riesgos y oportunidades. También genera una señal clara: México no penaliza la innovación, pero sí exige trazabilidad, cumplimiento y protección al usuario.
Un segundo frente se desarrolla en el Congreso. Legisladores como Indira Kempis han propuesto leyes que buscan definir el estatus legal del bitcoin como moneda de curso legal y promover una infraestructura de pagos con blockchain. Aunque la adopción legislativa es lenta, estas propuestas amplifican el debate público y empujan al sistema financiero tradicional a repensar su relación con las criptomonedas.
El informe de Fintech México destaca que el proceso regulatorio en curso abre la puerta a una mayor participación de actores tecnológicos en la construcción de servicios financieros accesibles, siempre que se garantice la interoperabilidad y la protección al usuario.
Inclusión financiera: la gran oportunidad
México aún enfrenta una brecha financiera crítica. De acuerdo con el INEGI, más del 40% de la población adulta no tiene cuenta bancaria. En comunidades rurales, el número es aún mayor. En este contexto, las soluciones cripto permiten construir una nueva capa de servicios financieros que no depende de sucursales ni procesos tradicionales.
Las wallets no custodiales, las remesas con cripto y los microcréditos con contratos inteligentes abren alternativas para millones de personas fuera del sistema. Startups como DolarApp, Vexi o Belvo trabajan en productos que vinculan stablecoins con tarjetas, onboarding sin fricción y préstamos automatizados. Su promesa: reducir el costo de acceso al dinero digital.
El caso de las remesas destaca por su impacto inmediato. México recibió más de 63 billones de dólares en remesas en 2023, según Banxico. Usar blockchain para estas transferencias puede reducir las comisiones de 6% a menos del 1%, con tiempos de entrega casi instantáneos. Empresas como Bitso, que colabora con Circle y MoneyGram, ya procesan miles de operaciones transfronterizas al mes utilizando USDC, un stablecoin regulado.
La investigación de Fintech México subraya que el mayor potencial de crecimiento para el ecosistema cripto en México está precisamente en los segmentos no atendidos por la banca tradicional, donde la tecnología puede ofrecer productos personalizados, escalables y de bajo costo.
¿Hacia dónde se mueve el mercado?
El panorama cripto en México ya no depende del entusiasmo por el precio del bitcoin. Las empresas más ágiles entienden que el verdadero valor está en la infraestructura, no en la especulación. La batalla será por quién controla la interfaz: la app donde el usuario guarda su dinero, realiza pagos o recibe beneficios. No importa si esa empresa empezó vendiendo zapatos, comida o tiempo aire.
El reto principal será la interoperabilidad. Para que las criptomonedas funcionen a escala en México, deben integrarse sin fricciones en la vida diaria. Eso implica conectar sistemas de pagos, bancos tradicionales, stablecoins y plataformas tecnológicas en una sola experiencia. La oportunidad está en construir puentes, no muros.
En este entorno, los ganadores no serán necesariamente los exchanges. Serán aquellos que logren traducir la complejidad del mundo cripto en soluciones intuitivas, útiles y seguras para el usuario común. México ya tiene la necesidad, la tecnología y el mercado. Lo que sigue es escalar.