En México, el uso de efectivo domina las transacciones diarias, pese a que crece el acceso a tecnología: la población cuenta con más de 100 millones de smartphones y más de 268 millones de tarjetas bancarias.
Sin embargo, ocho de cada diez pagos aún se realizan con billetes y monedas. Esta realidad, que limita la innovación y fomenta la informalidad, ha encendido las alertas del sistema bancario.
La Asociación de Bancos de México (ABM), ahora liderada por Emilio Romano, ha hecho de la digitalización uno de sus principales frentes de acción. Romano plantea una estrategia con tres ejes: reducir el uso del efectivo, ampliar el acceso a servicios financieros —especialmente para Pymes—, y fortalecer la integración económica con Estados Unidos y Canadá.
Durante su participación en la reciente Convención Bancaria, Romano fue claro: “Reducir el efectivo es una condición necesaria para modernizar el sistema financiero y promover la movilidad social”. Entre las medidas propuestas están limitar la circulación de billetes de alta denominación, simplificar los procesos fiscales y digitalizar por completo los pagos del gobierno, incluyendo los programas sociales.
A la par, instituciones como BBVA México coinciden con este enfoque. Su director general, Eduardo Osuna, subrayó que incluso servicios públicos básicos como el trámite de pasaportes deberían ser completamente digitales, y sugirió que también los pagos de gasolina deberían hacerse por medios electrónicos para combatir el robo de combustible.
Un cambio en marcha
El contexto es urgente. Según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2024, el 85% de los pagos menores a 500 pesos se hacen en efectivo. Mientras que en zonas urbanas más de la mitad de los establecimientos acepta tarjeta, en comunidades rurales esa proporción cae drásticamente al 26%.
Aun así, hay señales de cambio. En el transporte público de Ciudad de México, como el Metro y el Metrobús, el uso de pagos sin contacto ha crecido rápidamente. Según Visa, en menos de dos años, las transacciones digitales con tecnología contactless pasaron de representar el 2% al 15% en este sector.
Aunque México todavía está lejos de países como Chile o Perú, donde el uso del contactless supera el 90%, el sistema financiero ve una oportunidad clara para acelerar el cambio.
Romano también puso énfasis en que esta transformación no es solo tecnológica, sino estratégica: México necesita avanzar en su integración financiera con sus socios de Norteamérica. Su visión incluye facilitar el comercio, homologar procesos, ampliar el acceso al crédito para las Pymes y garantizar una estructura digital sólida que respalde el crecimiento económico.
El mensaje de la ABM es contundente: si México quiere competir globalmente, el efectivo debe dejar de ser el rey.