De acuerdo a un nuevo informe divulgado por BBVA, el bajo nivel de acceso y uso y las altas barreras determinan el escaso nivel en inclusión financiera en la Argentina. En el primer caso, se perdieron 57 entidades del sistema desde los años 90, en tanto la banca móvil aún tiene poca penetración por la falta de acceso a la banda ancha.
Según el relevamiento el acceso a los servicios financieros formales se basa en los canales tradicionales: sucursales y ATMs y la regulación para la inclusión financiera es todavía incipiente, a diferencia de lo que ocurre en países vecinos.
El sistema se transformó en los últimos casi 20 años, ya que de las 139 entidades financieras que existían en 1997 (19 bancos públicos, 95 privados, 17 compañías financieras y 8 cajas de crédito), hoy sobreviven 82 (12 públicos, 54 privados, 15 financieras y una caja).
“Los bancos de primera línea absorbieron entidades más pequeñas, y de esta manera, lograron expandir su negocio y generaron una tendencia hacia la concentración”, dice el informe. Sin embargo, el país está segundo entre los latinoamericanos por número de bancos comerciales.
Además, el 50% de las sucursales está radicado en la ciudad y la provincia de Buenos Aires. A nivel país, promedia 14 sucursales y 59 cajeros cada 100 mil habitantes.
En el acceso móvil, “Argentina tiene un amplio potencial para el desarrollo de la banca móvil”, ya que “tiene un número relevante de líneas de telefonía móvil por habitante”, dice el informe, “aunque un gran número de los dispositivos son básicos”. Con poco más de diez suscripciones activas de banda ancha móvil por cada 100 habitantes, queda lejos de los países más avanzados de la región, como Brasil y Chile, con unos 30.
En base a un trabajo del Banco Mundial de 2012, el BBVA indica que el 33,1% de la población adulta tiene una cuenta bancaria. Sólo el 18,9% de los individuos en el quintil más pobre está bancarizado y asciende al 55,5% en el más rico.
Son el nivel de ingreso (62%) y de edad (35,8%) los factores individuales que implican barreras a los productos financieros. También la falta de confianza (26,6%) y de documentación (19,9%) de los no bancarizados.